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Lo esencial como objeto de deseo: la industria textil en crisis mientras la alimentación se convierte en el nuevo lujo

Frutas como íconos de campaña, carteras con forma de snack y fábricas textiles que cierran. En un contexto de crisis económica, lo aspiracional cambia de forma. ¿Es la comida el nuevo lujo? ¿Qué pasa con la moda local en un país que ya no puede sostener su propia industria? Una mirada crítica sobre cómo se redefine el deseo en tiempos de escasez.

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¿Qué es el lujo hoy?

Durante años, el lujo estuvo asociado a lo exclusivo, lo inalcanzable, lo que pocos podían tener. Una cartera, un perfume, una prenda de diseñador. Pero en tiempos de crisis, donde lo esencial escasea, los objetos de deseo cambian de forma. Y de pronto, una comida abundante, una fruta fresca o una mesa bien servida aparecen como nuevas representaciones de aquello que se anhela.

La moda, como espejo de lo social, no tarda en captarlo: las grandes marcas se apropian de la estética de lo cotidiano y lo transforman en aspiracional. Campañas que elevan una baguette al nivel de una joya, editoriales que convierten el desayuno en una escena de alta costura. Comida como ícono, como statement visual. Comida como lujo.

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Mientras tanto, en Argentina, la industria textil atraviesa una de sus crisis más profundas. Fábricas que cierran, marcas independientes que no pueden sostenerse, diseñadores que luchan por sobrevivir en un contexto económico cada vez más hostil. El lujo —el real— se vuelve producir, pagar sueldos dignos, sostener el trabajo local.

¿Qué dice de nuestra época este nuevo mapa de lo deseable? ¿Qué valor le damos hoy a la comida, al vestido, al trabajo? En esta nota, unimos dos fenómenos que pueden parecer opuestos, pero hablan de lo mismo: cómo se redefine el lujo en tiempos de escasez.

¿Qué deseamos en tiempos de crisis?

La situación económica a nivel mundial es alarmante. Según estimaciones de las Naciones Unidas, habrá una disminución en el crecimiento global económico a causa de las tensiones comerciales, la incertidumbre política, conflictos geopolíticos y una inversión débil. En Argentina, basta caminar las calles para ver la situación de los ciudadanos: muchas personas con trabajos informales, con salarios que no alcanzan, con problemas habitacionales y niños y niñas golpeando puertas, buscando un plato de comida. 

¿La comida es el nuevo lujo?

La moda es el reflejo del clima social. Y quizás en algunas cuestiones suele ser bastante frívola: mostrar a la comida como objeto de deseo puede ser bastante impactante, pero no deja de reflejar a la sociedad. 

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Hailey Bieber es uno de los íconos fashion de la actualidad. Ella construyó un imperio junto a su marca Rhode y su estrategia de marketing es clara: vende sus productos a través del deseo y ese deseo que genera está directamente relacionado a la alimentación: sus campañas giran en torno a frutas, jugos, chocolates y helados. Por su parte, Jacquemus instaló un camión de helados para generar una experiencia inmersiva y publicitar su bolso Le Bambino. Además, hizo invitaciones a sus desfiles con panes y sopas.

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La firma de lujo española Loewe creó un bolso con forma de tomate y para publicitarlo llegó a hacer un globo aerostático de la misma forma. Skims, al firma de Kim Kardashian, publicitó sus nuevos productos con fotografías de mesas repletas de exquisitas comidas como sandwiches, malteadas, cafés, tostadas y panqueques. Incluso, cuando Demna era el director creativo de Balenciaga, presentó bolsas de snacks (las que se encuentran en cualquier kiosco) como las nuevas carteras de la firma. Es evidente que hay una clara tendencia a revalorizar una necesidad que en principio es básica pero que en la actualidad pareciera que muchos no pueden alcanzar. ¿Cuántos se pueden dar el lujo de salir todos los días en busca de su café de starbucks? ¿cuántas personas tienen su mesa como un banquete llegada la noche?.

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En un mundo donde millones de personas no acceden a una alimentación adecuada, mostrar comida como símbolo de estatus redefine los códigos de deseo. No se trata sólo de una baguette o un tomate-globo: se trata de lo que ya no podemos dar por sentado. Comer bien, comer fresco, comer con placer, se vuelve un nuevo signo de distinción.

La crisis en la industria textil argentina

Marcas emblemáticas del país bajan sus persianas. Emprendedores que no pueden sostener los costos de producción. Caída en las ventas. Apertura de importaciones. La situación de la industria textil en Argentina es preocupante. 

La fundación Pro Tejer compartió los resultados de una encuesta de desempeño (correspondiente al último semestre de 2024) en la que se revela la dinámica de las empresas de la cadena textil e indumentaria. Aquí los resultados son contundentes: el 88% de las empresas vieron reducidas sus ventas al mercado interno y alrededor de un 80% de las empresas encuestadas contrajeron su producción. 

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“La principal razón que identifican las empresas como causante de la caída de la producción  es la pérdida del poder adquisitivo de la población (86% de las encuestadas). Mientras que el 34% de las empresas que registraron caídas en su producción identifican a las expectativas macroeconómicas y cambio del clima de negocios respecto al futuro como causante. Otras razones identificadas como relevantes son: la variación de costos de materias primas e insumos, la mayor participación de bienes importados en el consumo, la apreciación cambiaria y el cambio de políticas sectoriales para la industria”, asegura en su informe la fundación. 

El resultado de la situación textil en argentina es contundente: menos ventas, menos producción, menos empleo.

La moda importada y la pérdida del valor del “diseño local”

Sin dudas la apertura de importaciones está arrasando con el diseño local. El claro ejemplo de esto es la llegada a la Argentina de marcas como Shein. Esta es una plataforma de comercio electrónico de origen chino y se destaca por sus bajos costos. Sin embargo, la ropa que se puede encontrar en Shein es producto del fast-fashion que produce un grave impacto en el medio ambiente y dudas sobre las condiciones laborales de sus trabajadores. 

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Tener al alcance de un clic ropa muy barata (aunque de menor calidad) implica un cimbronazo para diseñadores emergentes y emprendedores que tratan de producir con materia prima local, en una carrera que es casi imposible de ganar. 

El valor de lo cotidiano

En este presente de tanta incertidumbre, donde producir se vuelve un privilegio y alimentarse un lujo, quizás es momento de replantearnos qué es lo que consideramos como riqueza. Quizás lo lujoso se encuentre en una alimentación saludable, en una cena en familia, en un objeto hecho con amor, en una prenda cosida por las manos de una madre, una tía o una abuela, en los ojos de un emprendedor que produce con talento y dedicación: en lo que producen aquellos que apuestan por la revalorización de nuestros símbolos y resisten a pesar de cualquier política.

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