Nací en los ’90 en Río Cuarto, una ciudad en el interior de la provincia de Córdoba. Lo que más recuerdo de cuando era chica es la música. Mi papá había estudiado piano muchos años en el conservatorio y hasta había tenido su banda de rock de adolescente. Mi mamá, siempre escuchando música en casa y cantando. Mi casa era rock. Me acuerdo muy vagamente las juntadas en mi casa con todos sus amigos a comer asado y escuchar música. También, en nuestra caja de fotos que tenemos guardada, puedo encontrar fotos mías de muy chiquita con los auriculares puestos… Me contaron que en esa época me ponían Sumo o Los Redondos al palo y yo me ponía como loca.
Cuando tenía 5 años vine con mis papás y mi hermana a vivir a Córdoba Capital. En casa era música a todo volumen todo el tiempo. En el Fiat 128 también. Mis papás son los responsables del amor que le tengo a la música. Muchas veces quise aprender a tocar algún instrumento, pero digamos que siempre fui un poco vaga y nunca le di mucha importancia. Me gusta más escucharlo, sentirlo, aunque obvio me gustaría entender más del tema.
De adolescente, recién entrada al secundario, me acuerdo tener una confusión enorme sobre mi estilo. En ese momento estaban muy de moda las llamadas “tribus” y yo no me decidía a cuál pertenecer. Ahí fue cuando me di cuenta del amor que me generaban las bandas de acá. Mucho rock nacional. Imagínense, crecí escuchando a Sumo y Los Redondos, Spinetta, Cerati y Charly García. Y ahí todo fue teniendo más sentido. La felicidad era que llegara ese finde que tenías un recital. El rock & roll me hizo conocer – me – mucho. Conocí muchos amigos, conocí muchas provincias, conocí muchas bandas nuevas. Me hizo conocer la pasión y sobre todo me hizo conocer el amor: si, ya sé que es re cursi, pero no podía ser en otro lado más que en un recital donde conociera a mi novio.
El Cosquín Rock es un festival muy importante para mí y el de este año particularmente fue muy especial. El primero fue en 2007. Este año, cumplí 10 años de ir consecutivamente sin faltar a ninguna de sus ediciones.
Me acuerdo del 2007, cuando muy ansiosa me subí al auto con mis viejos y mi hermana y salimos para la Comuna San Roque a descubrir la magia tan única que se genera en esa mezcla de sierras y rock. Llegué con toda la ilusión del mundo y fue amor al instante.
Durante estos diez años el Cosquín Rock me hizo conocer mucha gente, me hizo escuchar muchas bandas y vivir experiencias únicas que solamente se viven ahí. Juntarme con amigos que por ahí de colgados nos vemos poco durante el año, pero que sabemos que Cosquín Rock nos une y es nuestra cita infaltable. Las acampadas en los campings, viajar con mil bolsos llenos de comida y otras cosas porque nos vamos sin un peso. La lluvia, embarrarse todo, charlar con gente de otras provincias, la música en todos lados a todo volumen, gente bailando en la calle, artesanías…
Sobre todo, lo que más destaco del Cosquín es la buena onda que hay en el ambiente. Todo es buena onda. Todos vamos a pasarla bien y estamos contentos. Todos queremos disfrutar y divertirnos. Todos queremos bailar y cantar. Todos queremos saltar, transpirar y gritar.
Este año fui emocionada a Santa María de Punilla (sede del festival) porque sabía que cumplía una década de asistir religiosamente; y para mí, sinceramente, no es algo menor. Este año, el encuentro se hizo el Sábado 25, Domingo 26 y Lunes 27 de febrero. Salí hacia Santa María el viernes a la tarde. Llegué y me encontré con que ahora en la entrada donde comienza el ingreso al predio habían montado un escenario con una guitarra en la cima que giraba y logos de grandes bandas. Las sierras de fondo le daban ese toque mágico a la postal. La inauguración se hizo ese mismo viernes llegada la noche y tiraron miles de fuegos artificiales. Fue una belleza.
Después de ver la inauguración, volví a la casa donde estaba parando y salió picada entre todos los que nos estábamos hospedando ahí. Esa noche no me acosté muy tarde porque al otro día me quería levantar temprano: la idea era ingresar para ver a la banda que abría el escenario principal.
El sábado antes de entrar al predio y como cada año, me fui a dar una vuelta a los alrededores del predio a ver los distintos puestos tanto de comidas y bebidas como de remeras y artesanías.
Ingresé al predio. En el escenario principal empezaba Revanchistas, banda de amigos que debutaban en el Cosquín Rock y me puso muy feliz verlos ahí después de tanto trabajo. Su rock crudo y al hueso garantizó que desde el primer segundo de esta edición del festival haya rock. Prometieron rock y es lo que hicieron. Si no los escucharon, se buscan ya un tema de ellos y no los va a defraudar.
Adentro del predio, además del escenario principal y el temático había otros espacios como el Quilmes Garage, el Espacio Geiser, La Casita del Blues y el escenario Carlos Tórtola en homenaje al conocido productor argentino de heavy metal que falleció el pasado 9 de enero.
Algo que me encanta del Cosquín Rock es siempre tomarme mi tiempo para recorrer el predio. Aparte de escenarios había otros espacios como la muestra de 220 Cultura Contemporánea con la inauguración de la muestra fotográfica de Bob Gruen, “Rock Seen”, en donde podíamos ver fotos que realmente eran toda una obra de arte, desde Bowie hasta John Lennon, The Ramones y Led Zeppelin.
También un lugar súper lindo era el Espacio Ají, donde había distintos puestos con bastante variedad para comer y tomar algo. Amo los foodtrucks, me parecen súper lindos y le dan ese toque encantador al festival. También, en Ají podíamos encontrar un lugar para hacernos un tatuaje o una peluquería para hacerte un look bien rockero.
Más tarde, siguiendo con el primer día, escuche un rato a la banda del numerito hasta que llegó el momento de hacer pogo. Los Gardelitos sonaron prolija y perfectamente como siempre acompañados de una impresionante escenografía con inflables de una pareja de bailarines de tango gigantes, aunque como fanática me hubiera gustado que dure hora y media más el show. La 25, que tocó temas muy buenos que hacía mucho que no escuchaba y a quienes acompañó muy bien Daniel Osvaldo en el tema “Rocanrol hasta el amanecer”. Guasones, con un show muy potente y de muchos hits aunque corto. Y para terminar, Ciro y Los Persas que como siempre hizo un show larguísimo repasando tanto temas de ellos como temas de Los Piojos. Lo llamativo del show fueron los clásicos de culto de su anterior banda como “Te diría”, “Cruel” y “Shup-shup” que fueron muy celebrados por los viejos fans.
(fotos vía Facebook @CosquinRockOficial)
El segundo día, ya domingo, preferí entrar un poco más tarde al predio para disfrutar del rio y la buena onda del lugar. Conocí a gente de Uruguay que obviamente iban a ver a La Vela Puerca ese día. También era especial para mí porque llegaba mi mamá para acompañarme en lo que nos deparaba el Cosquín Rock. Ingresamos con mi mamá y mi novio mientras de fondo sonaban Los Caligaris, banda cordobesa que es fiesta por lo que no dudamos un segundo en ponernos a bailar para activar la tarde. También, ese día vi a Juanse, ex vocalista de Ratones Paranóicos y fue un lujo. Juanse es rock. Luego llegó la hora de hacer pogo con La Vela Puerca en su show repasando sus 20 años de vida y la verdad estuvo increíble. No faltó ningún tema. Sin embargo, lo mejor de esa noche fue el cierre con Los Fabulosos Cadillacs. Tocaron clásicos en los que no dejamos de bailar y saltar en ningún momento. Los hijos de Vicentico y Flavio se adaptaron muy bien a la banda y le dan un toque de frescura a un titán histórico del rock latinoamericano como son Los Cadillacs. Sin dudas, para mí, el mejor show del Cosquín Rock 2017.
(fotos vía Facebook @CosquinRockOficial)
El tercer y último día del Cosquín no podían faltar antes de ingresar al predio las pizzas a la parrilla de mi novio. Una joyita. A eso de las 15 hs se largó a llover muy fuerte, diluvio. De todas formas, entré al predio porque quería ver a mi banda preferida de Córdoba que son Los Monkys pero entre la lluvia, que salí tarde y tocaban temprano me los perdí. Eso fue lo peor del Cosquín Rock: perderme a Los Monkys.
Entré hecha agua al predio pero pasaron 2 hs y ya había un sol impresionante. Me sequé y me metí de lleno en el Escenario Temático donde se festejaban los 50 años de Rock Nacional. Cantar a los gritos con mi mamá a la par de Fabiana Cantilo, una diosa que apenas empezó el show se quejó de los “fucking cables” pero eso no le impidió brillar. Y después el gran Fito Paez, haciendo temas que me recuerdan a mi niñez, mientras lo escuchaba abrazada a mi mamá y mi novio.
Finalmente, escuche sentada el show de Las Pelotas, mi cuerpo ya no aguantaba más estar parada. Lo mejor de la banda de Daffunchio fue hacia el final con “Como un buey” y “La Mirada del Amo” y el cierre con “El Hojo Blindado” de Sumo.
(fotos vía Facebook @CosquinRockOficial)
Al otro día, levantarnos tarde y pasar el día en el rio para recuperar un poco de energías antes de volver a la capital.
Y ahora, esperar al próximo Cosquín Rock, voy por la segunda década. En este festival #SOYYO. Me siento feliz, completa. La música me cura. Mis amigos, mi novio y mi familia lo hacen más especial todavía. Es, como le decimos con mis amigos, “la caravana del rocanrol”, el festival que esperamos ansiosos todo el año porque sabemos que por más que haga mucho calor o llueva sin parar, la pasas bien igual. Y eso creo que es lo que todos tenemos que hacer siempre: las cosas que amamos.