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IT WAS FASHIONABLE: la moda en el siglo XX (1900 – 1910)

La vestimenta que utilizamos es un reflejo de la sociedad de ese momento. A lo largo del siglo XX se lograron cambios significativos en el vestir que fueron dando lugar a la diversidad de siluetas.

Guerras y crisis económicas fueron motivos de re-significación de prendas ya que la sociedad se debió adaptar al momento histórico dadas las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales. Además, los avances tecnológicos permitieron la modernización de los diseños y tejidos. También, lograron que todos puedan estar más conectado, lo que nos dio la posibilidad de conocer y entender más sobre lo que pasa alrededor del mundo.

La aparición de subculturas y contraculturas, el  posicionamiento de los jóvenes como agentes de cambio y la liberación femenina también tuvieron injerencia a lo largo de los años en las modificaciones del vestir.

En esta sección hablaremos de la moda en el siglo XX por décadas, haciendo un repaso por las variaciones de las siluetas en el vestir, cómo ésta se adaptó a las necesidades de cada periodo y los motivos que produjeron dichas transformaciones. Haremos un repaso histórico en donde hablaremos de moda siempre teniendo en cuenta el contexto histórico.

Los primeros años del siglo XX: 1900-1910

 A principios del siglo XX nos ubicaremos en el periodo de la Belle Epoque, que comenzó con el final de la Guerra franco-prusiana en 1871 y duró hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. Durante estos años la sociedad europea alcanzó la paz y logro un significativo crecimiento económico y avances científicos importantes.

Posterior a la guerra franco-prusiana las condiciones estaban adecuadas para que, principalmente, la alta sociedad pudiera interesarse en la moda: esta era seguida sólo por ellos. En 1904 se realizó el tratado de paz Entente Cordiale que implicaba la paz y regulación de la expansión colonial entre Inglaterra y Francia: este fue uno de los motivos por el cual se generó una unión en la moda entre ambos países donde los consumidores pudieron acercarse y conocer los salones de los diseñadores más importantes como Jacques Doucet, Jeanne Paquin, Paul Poiret (el considerado “Rey de la Moda”) y Lady Duff-Gordon.

Cabe aclarar que la moda en este momento estaba dirigida a la alta sociedad, la aristocracia y la realeza que eran quienes podían acceder a los costosos diseños, los cuales eran hechos a mano y a medida exclusivamente para cada clienta.

La moda de principios del siglo XX se caracteriza por la idea de lograr a través de los diseños una figura femenina alargada: aquí se impone la famosa silueta S. Esto produjo que los vestidos se ciñeran al cuerpo desde la caja torácica hasta las caderas. Aquí tuvo un rol indispensable el corsé que era el que definía esa figura: empujaba el busto hacia arriba, achicaba la cintura y ensanchaba las caderas con las faldas en forma de campana. Los vestidos se caracterizaban por estar tejidos con motivos de plantas o insectos diseñados en forma tridimensional.

Debajo del vestido, las mujeres cubrían todo su cuerpo con encaje de Irlanda, que era un tejido que tenía su origen en un complicado encaje italiano de punto de aguja del Siglo XVII que se realizaba a mano. Además, los cuellos se llevaban largos hasta la barbilla para lograr este efecto de figura alargada que se buscaba obtener en la época y las mangas eran ajustadas en la muñeca.

Otro ítem que se llevaba en la Belle Epoque eran los infaltables sombreros, de grandes y hasta exageradas proporciones, que se utilizaban adornados con plumas de aves o moños. Los tonos que predominaban en el vestir eran principalmente tonos pastel y los colores más utilizados eran el rosa, el azul pálido o el negro.

El corsé era un gran obstáculo para el movimiento de las mujeres de este periodo: se llevaban tan ajustados que hasta producían problemas de salud graves debido a la obsesión por lograr la cintura de avispa. Sin embargo, de a poco las mujeres lograban insertarse en el mundo laboral en el que comenzaban a trabajar como secretarias o institutrices: es aquí donde aparece la moda del traje sastre (conjunto de chaqueta y pollera), la cual permitía mayor movilidad dada su simpleza y comodidad.

Como cada época, en la moda durante este periodo se instaló un estereotipo de belleza porque claro, las mujeres siempre debimos responder a los mandatos sociales que establecían los hombres. El icono de belleza que se instauró fue la “Gibson Girl” creada, por supuesto, por un hombre: Charles Dana Gibson, un dibujante. Él creó este personaje de “mujer perfecta” inspirándose en su pareja Irene Langhorne a la que representó como una mujer emancipada que era bella y exitosa, independiente, educada y trabajadora.

París fue la cuna de la moda y por supuesto que de ella saldría el más famoso diseñador de ese tiempo, Paul Poiret. Él en 1903 abrió su primer salón de moda y en 1906 diseñó el vestido “La Vague” que era largo hasta los pies con una caída recta y en el sector del busto era entallado.

En París predominó el orientalismo influenciado por el auge de los Ballets Rusos en 1909 que contaba con diseñadores como Alexandre Benoise, Nicholas Roerich y León Bakst. Este último marcaría un antes y un después, introduciéndonos al final de la Belle Epoque. Bakst se caracterizó por proponer en el ballet un uniforme de siluetas sencillas como túnicas que denotaban  sensualidad y dejó de lado los colores pasteles de la época, innovando en el uso de colores como rojo, amarillo o verde.

En el siguiente capítulo analizaremos la moda desde 1910 a 1920, época marcada principalmente por la Primera Guerra Mundial a la que la moda intentó adaptarse.

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