Si hay alguien en este bendito mundo de la música que nunca se queda quieto, ése es Damon Albarn. Líder de Blur (banda que tendrá su re-re retorno este año) y con una destacada discografía como solista, Damon es además la voz y el cerebro de Gorillaz. Nuestra banda virtual favorita estrenó el pasado 24 de febrero su octavo disco, de nombre Cracker Island. Un álbum compuesto de 10 canciones y plagado de los más variados estilos e invitados, tal como nos tienen acostumbrados desde su disco debut allá por el 2001.
El viaje arranca con el tremendo hitazo que le da nombre al disco. Una bomba electrofunk con Thundercat de invitado especial, que marca el beat para que Damon/2-D reflexione sobre el presente y futuro de la industria de la música (The truth was auto-tuned, frase con destino de remera). Para destacar también los geniales arreglos vocales, que recuerdan a los mejores Arctic Monkeys. Inmediatamente el clima cambia hacia un synth viajero en el que 2-D canta a dúo con (me pongo de pie I) la grandísima Stevie Nicks. Oil es el nombre de esta gran canción, que no vemos la hora de que sea tocada en vivo con la Reina del Rock como invitada. Seguido a esto llega The Tired Influencer, una canción en clave calypso con tintes futuristas, cuyo estribillo está hecho a coro con Siri (si, la IA de Apple). Silent Running es otro temazo con fuerte presencia de los sintetizadores y un estribillo pegadizo con todo y silbido.
El track 5 es un viajezón musical en el que 2-D le cede el frente del escenario a (me pongo de pie parte II) Tame Impala. Ellos, junto con el rapero Bootie Brown le dan forma a New Gold, una amalgama perfecta de los mundos de Gorillaz y la banda de Kevin Parker; que para la música alternativa del siglo XXI sería algo así como tener a Messi y a Cristiano jugando en el mismo equipo.

La segunda parte del disco abre con Baby Queen y adelanta un lado B más lo-fi que lo que veníamos escuchando. Le sigue Tarantula, una canción de amor melancólica, pero con un gran beat que cada segundo la hace más bailable.
El track 8 es lo que amantes y detractores estábamos esperando. Tormenta: la tan mentada colaboración con Bad Bunny, y a su vez el ingreso de Gorillaz al mundo del reggaetón. Manteniendo la base clásica reguetonera pero en clave lo-fi hip hop, y con el conejo rapeando con una cadencia que recuerda a nuestro Wos. Gran canción a decir verdad, pero para quien suscribe lejos está de aquella grandísima canción del disco debut llamada Latin Simone, con el prócer cubano Ibrahim Ferrer.
El track 9 es Skinny Ape, canción que arranca como un folk bien setentero y promediando el tema estalla en un pogazo de sintetizadores sumado a una arenga de 2-D que recuerda al pináculo de Blur. El telón se cierra con Possesion Island, balada de pop barroco y pichón de himno de cierre de shows, que cuenta con la participación estelar de (me pongo de pie parte III) el inmenso Beck.
En resumen, Cracker Island es sin lugar a dudas un DISCAZO, así en mayúsculas. No estoy en condiciones de afirmar que sea el mejor de lo que va en la discografía de Gorillaz, pero sí estoy en condiciones de afirmar que es el mejor disco en lo que va del año.

Nota por Pedro Simpson / @soypedrosimpson