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MÚSICA Y FESTIVALES

What took us so far?: diario de un épico viaje a Manchester

Por Pedro Simpson

https://www.instagram.com/soypedrosimpson/

Para qué les voy a mentir. Desde que terminamos de pagar el viaje del 2017 nos pusimos a juntar libras “por las dudas”. Ese por las dudas obviamente se llamaba Glastonbury. Aplicamos y nos sentamos a comprar las entradas, pero esta vez no las conseguimos. Lejos de bajonearnos, decidimos estar más atentos a rumores de otros festivales y a fechas que se pudieran dar. Teníamos un objetivo entre ceja y ceja, sin ninguna certeza pero con un presentimiento fuerte.

Queríamos ver una banda en particular.

Británica? No, australiana.

Al final se nos alinearon los planetas de una manera increíble. 15 de junio, Heaton Park de Manchester. La banda que queríamos ver, DMA’S, teloneaba a los Courteeners en un show de proporciones épicas. Completaban la grilla los históricos James y les Pale Waves. Algo más? Sí, el 15 de junio era nuestro aniversario número 11.

Compramos las entradas de pechazo.

Ya habíamos estado en Manchester durante algunas horas en el viaje anterior. La corta estadía no nos alcanzó para mucho más que comprar discos y más discos y pasear un poco por el centro, pero eso nos daba la suficiente cancha como para manejarnos por el Northern Quarter como perro por su casa.

Así y todo, no dejó de sorprendernos la gente de la ciudad.

Cuando contábamos en Londres que nos íbamos a ver un show a Manchester todos te decían lo mismo: “Mancs are fuckin’ mad”. Uno lo sabe de todos modos porque lo ve en shows y en documentales; además una ciudad que le dio al mundo bandas como Oasis, Stone Roses, Joy Division o The Smiths no es que se va a caracterizar por sombreritos de bombín y five o’ clock tea. No señor.

Faltaban 5 horas para que se abran las puertas del show, en un parque bien alejado del centro, y la ciudad parecía sitiada. Cientos de mini Liams Gallagher corrían bajo la lluvia, tomaban cerveza, cantaban, compraban cerveza, coreaban solos de guitarra, tomaban cerveza, agitaban a cococho de algún amigo, tomaban cerveza, fumaban y tomaban cerveza. Tras recorrer un poco el centro, nos unimos a la marea de pilusitos y parkas con destino al show.

La estación era un hormiguero de gente. Habían montado todo un operativo específicamente para el show, con una línea de trenes que te llevaba ida y vuelta al parque por cuatro libras y con horario abierto. Los trenes pasaban cada 5/7 minutos, y cada uno que venía se llenaba de fans hasta que no cabía un alfiler. Cuando las puertas del vagón no cerraban, se bajaban dos o tres y ahí salía. Al tercer tren que pasó nos pudimos subir.

El viaje fue una locura. Absolutamente amontonados en un vagón, con pibes que se las ingeniaban para seguir tomando cerveza a pesar de casi no poder movernos, cantando canciones de los Courteeners y bandas afines; y también agitándose entre ellos con canciones de hinchada (obviamente en su mayoría del United y del City). Así en poco más de 20 minutos llegamos a Heaton Park.

Cinco de la tarde en Manchester, entramos al show. Pale Waves estaba a punto de terminar su set, después de escuchar sus últimas notas recorrimos un poquito el parque. Lo que se pudo, porque el barro lo hacía casi imposible de caminar por momentos. A la gente parecía no importarle. Todos usaban parkas, algunos parkas impermeables, y hasta algunas chicas tenían unas ingeniosas parkas impermeables transparentes, que les permitían mostrar el look que habían elegido aunque no estuviera soleado. Notamos lastimosamente que había un vallado que separaba un campo VIP, así que nos acomodamos lo más al medio y lo más cerca posible a dichas vallas a esperar la hora señalada.

Hasta que al fin subieron. Tres muchachitos desaliñados, con sendos pilusitos, tomaron sus guitarras acústicas, se pararon frente al micrófono y comenzaron a tocar Believe. Ese éxito bolichero de Cher de principios de los noventa, convertido en una de las baladas más emotivas que hayamos tenido la suerte de escuchar. La gente abajo enloquecía, prendía bengalas, se subía a hombros y coreaba a grito pelado. A eso le siguió Play it Out, la canción con la que muchos alrededor del mundo conocimos a la banda por ser parte de la banda sonora del FIFA17. Si no fuera porque todavía faltaba bastante gente por ingresar al predio, cualquier despistado podría pensar que la que estaba tocando era la banda principal.

Después de este comienzo demoledor le siguieron Dawning  e In the air, dos de las canciones más celebradas de For Now, el hasta ahora último disco de estudio de la banda. El show de DMA’s terminó con la coreadísima balada Delete y con Lay Down, canción que volvió a generar una encendida masiva de bengalas y que ocasionó que muchos de los que estábamos en el “campo trasero” saltáramos la valla hacia el VIP. Sí, eso que nunca hubiéramos imaginado que iba a pasar en territorio no argentino se dio en un arrebato de pasión y (hay que decirlo también) inconsciencia. La buena organización y planificación del evento en cuanto a pulmones y espacio per cápita hizo que nadie esté apretujado ni pasando un mal momento por haberse cruzado. Además, por fortuna la gran mayoría de los cientos que cruzamos la valla nos pudimos quedar en el sector de adelante. Eso sí, como no teníamos las cintas VIP no podíamos ir al baño ni comprar bebidas o comida ya que para pasar a sendos sectores había que mostrar dicho pase. A aguantar se ha dicho.

Después de acomodarnos en el nuevo sector y sacar algunas fotos, arrancó el show de James. La histórica banda que formó parte de la movida Madchester de los ‘90 abrió con Sit down, acaso su máximo hit. De esa manera comenzaron un show de diez canciones, con clásicos como Getting away with it y temas nuevos como Leviathan, con un Tim Booth entregado al público. Tanto que hizo crowdsurfing al segundo tema. Un capo el pelado, y un placer haber podido ver el show de estas leyendas en su ciudad natal.

Antes de que Liam Fray y compañía salgan al escenario, el DJ que amenizaba la espera pasó dos canciones que generaron delirio entre los 50 000 presentes. I am the resurrection de Stone Roses y Morning Glory de Oasis hicieron de cortina para que banda y crew se acomodaran en el escenario; a la vez que el público cantaba y agitaba enloquecido como si realmente estuvieran en un show de los Roses o de the big O.

Fade out a Morning Glory y comienza el show de Courteeners. Are you in love with a notion?, la canción que abre el disco Anna de 2013 y la usual canción de apertura desde entonces, fue el inicio con varios condimentos: la gente coreando a un volumen que casi tapaba a las imponentes torres de sonido; los cañones de papelitos a lo largo del vallado y la cortina de humo multicolor que, según pudimos corroborar viendo grabaciones (ya que nosotros estábamos más adelante) tapaba el 100% del escenario.  Le siguió Acrylic, una de las primeras canciones de la banda que fue un inédito hasta hace poco, cuando reeditaron su primer disco “St. Jude” incluyendo lados b de los primeros años de la banda. Siguieron No one will ever replace us y Summer, dos canciones que nos pusieron en contexto de dónde estábamos, de donde venimos y de todo lo que hicimos para estar ahí.

Después de esta primera parte del show, llegó el primer estreno. Better Man, canción que formará parte de “More. Again. Forever.” disco que saldrá a la venta el 17 de enero, fue un regalo para todos los fans que copamos el inmenso Heaton Park. Diez temas más adelante nos regalarían Heavy Jacket, cancion que un mes después sería dada a conocer al público como el primer single adelanto del nuevo disco.

Así siguió un show soñado, lleno de himnos de nuestra vida que en Córdoba compartimos con unas pocas personas y en Manchester pudimos dejar fluir entre un océano de pibes, de un acento dificilísimo de descifrar pero que, con una sonrisa enmarcada entre un bucket hat y una polo de pretty green embarrada, te hacían sentir uno más. Take over the world, Bide your time, Lose control, Cavorting, uno atrás de otro fueron saliendo los clásicos de Liam Fray y compañía, hasta el momento de los bises y el final.

Una de nuestras canciones preferidas (y de los otros 49998 espectadores) es Modern Love. Siempre solemos escucharla cuando tomamos mates a la tarde y charlamos sobre nuestro día, contamos historias o planeamos locuras como éste viaje. Así, Courteeners comenzó a tirar toda la carne al asador (o mejor dicho a la BBQ) y nosotros pogueamos y cantamos felices y abrazados. Abrazo que continuó con Here come the young men (Are we getting older?/Are we getting wiser?/Or are we getting none of the above?/And does it matter when/This love will last forever and ever and ever).

El final se acercaba. La intro de Not Nineteen Forever ya nos enloqueció, volvieron las bombas de papelitos, las bengalas a mansalva, el escenario que a esa altura de la noche estaba iluminado con un rojo intenso volvió a un clima de fiesta épica del rock del nuevo siglo; algo así como un Mr. Brightside británico. Furor, grito pelado de todos los presentes, y entre todo eso dos loquitos con una bandera de Argentina y una de Instituto que volvían a flamear en el Reino Unido por la música.

Llegó la hora de la despedida. Tras los agradecimientos de Liam y su emoción por volver a llenar este inmenso parque (cosa que tiene doble mérito por haber sido siempre una banda independiente), comenzaron los primeros acordes de What took you so long?; la canción que siempre dejan para cerrar sus shows. Confieso que en ese momento, mientras dejaba el poco resto físico que me quedaba en un último pogo y un último coro, derramé unas lágrimas de emoción. Hay que amar mucho a la música y a tu compañere de viaje para hacer lo que hicimos. Y ojo, no es autobombo: es que todavía no caigo en cómo se dieron las cosas, cómo pudimos tener semejante aventura.

Tras el final del show, y tras varios minutos coreando con la gente el “ooh ooh oh oh ohh” del final del tema, fuimos abandonando el parque, no sin antes pasar por la tienda de Merchandising y comprar una remera del show. Fueron cientos de metros de barro puro que no sé cómo hicimos para caminar sin resbalarnos, hasta que llegamos al camino y salimos del parque.

Autopista, una estación de servicio con un Subway a la izquierda y un pub a la derecha, cientos de miles de pibes eufóricos.

Ahí volví a darme cuenta que estábamos en Manchester. Y como bien dice la frase, “we do things differently here”. Por eso nos gusta tanto el britpop. Por eso cuando los Gallagher vienen acá enloquecen.

Los mancunianos son los argentinos del viejo mundo. Por lo menos si hablamos de Rock and Roll.

Y siempre estamos hablando de Rock and Roll. Aunque no tengamos 19 para siempre.

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Por lacallevistealamoda

Soy una hija más de los '90 que quiere pasar por este mundo y dejar su huella...

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